lunes, 6 de junio de 2011

Honduras: Domingo sangriento en el Bajo Aguán

FIAN Honduras

José Recinos Aguilar, Joel Santamaría y Genaro Cuesta, campesinos asociados a la cooperativa San Esteban han sido asesinados cuando se conducían en un vehículo marca nissan a pocos metros de ese asentamiento, desconociéndose hasta este momento detalles de cómo ocurrió el atentado. 

Militares, policías y guardias de seguridad protegían el lugar donde se encuentran los cadáveres  impidiendo que sus compañeros campesinos pudieran llegar a ellos. Los cuerpos serán trasladados a la Ceiba para realizar la autopsia según informaron en la fiscalía de Trujillo.

Casi simultáneamente, fueron desalojados los campesinos que han tomado la finca San Isidro por guardias de seguridad de Miguel Facussé. Posteriormente entraron en las instalaciones del Instituto Nacional Agrario (INA), en Sinaloa, y dispararon contra los campesinos, que se encuentran refugiados desde el invierno del año pasado en lo que se conoce como “casa de oro”, provocando heridas de gravedad en el abdomen a la campesina Doris Pérez Vásquez, a quien hubo que trasladar de emergencia a un hospital de la ciudad de La Ceiba.

Todas las personas consultadas por FIAN Honduras sobre los hechos violentos en la región del Bajo Aguán coinciden en que nunca ha sido tan fuerte la represión como la que actualmente están sufriendo los campesinos integrados a las organizaciones reivindicativas. No hay confianza en las autoridades y todos temen por su vida.

Los campesinos se sienten defraudados por el incumplimiento del convenio entre MUCA y el régimen, y el olvido de las promesas que el INA hizo a los campesinos de MARCA y MCA, de manera tal que las razones del conflicto agrario se mantienen inalterables desde el 13 de abril de 2010 con el agravante de que ahora hay más muertos, heridos y víctimas de otras violaciones.

El sentimiento de los campesinos es de total indefensión. FIAN Honduras ha reiterado que mientras no se resuelva el conflicto agrario se mantendrán los actos violentos en esa región y que la policía, muchas veces junto con el ejército, solo sirven para atemorizar a los pobladores y levantar información preliminar sobre los hechos violentos sin que se hagan públicos los resultados de las investigaciones a las que están obligados a realizar.


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