viernes, 8 de mayo de 2015

La aplanadora rusa sobre el nazismo

A 70 años de la victoria del Ejército Rojo y el fin de la II Guerra Mundial

Por Misión Verdad

La historia reciente está tan llena de locura y planes macabros como de sacrificios y épicas. El 8 de mayo de 1945, el Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) entró triunfante a Berlín luego de innumerables batallas, largos períodos de resistencia y contraofensivas fulminantes a lo largo de Europa que fueron diezmando el poderío militar nazi en territorios definitorios para acelerar el fin de la guerra.

Desde entonces, Rusia celebra todos los años la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial el 9 de mayo -la capitulación se firmó la noche del 8 de mayo en Berlín, 9 de mayo hora de Moscú- con un gran desfile militar en la plaza Roja. 

La Batalla de Leningrado constituye uno de los grandes hitos de la resistencia rusa ante la dominación nazi. El sitio implementado por el ejército alemán cortó durante 872 días el suministro de alimentos por aire y tierra, impidió las evacuaciones, generando una situación de hambruna de proporciones colosales: 1,2 millones de personas murieron, el 90% por no tener nada para comer.

La batalla se ganó gracias al sacrificio de la gente, potenció el desgaste de las fuerzas nazis que proyectaban la caída de Leningrado en cuestión de semanas. Sus tanques no pudieron con la moral del pueblo ruso.

Las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk también fueron parte fundamental de la contraofensiva rusa sobre los desesperados intentos del nazismo por apoderarse de Rusia y de las reservas energéticas del Cáucaso. El exacerbado optimismo y la subestimación de la moral del adversario los acercaron rápidamente hacia la derrota en el Frente Oriental y en todo el continente europeo.

La prepotencia nazi es idéntica a la prepotencia gringa de hoy. Tropezarse contra la misma muralla no es más que la extensión de ese imaginario de excepcionalidad y supremacía importado desde el Imperio Alemán en ruinas.

Por otro lado, la propaganda gringa ante la orfandad militar que representó el ejército norteamericano durante los momentos más álgidos de la ofensiva nazi, ha mimetizado el papel de la Unión Soviética proyectándose como “los liberadores del continente europeo”. Y vaya que la errónea percepción de la historia se consolidó en el imaginario: la gran mayoría de los europeos consideran que Estados Unidos fue el principal responsable de la derrota nazi en el continente.

Tan incisiva propaganda también intenta ocultar el estrecho relacionamiento del Complejo Industrial estadounidense con la fabricación de tecnología militar del Imperio nazi. General Motors fue la responsable de construir los motores de los tanques alemanes, por sólo colocar un ejemplo. Vea aquí con más detalles la conchupancia industrial gringo-nazi.

Pero no es nada más el lobomotizado de a pie el objetivo de esta farsa, sino también las naciones que aún siendo salvadas del genocidio nazi por la Unión Soviética, hoy se articulan en la OTAN reconociendo la rusofobia como política exterior. Los mandatarios de Polonia, Georgia, Finlandia, Suecia, entre otros, no asistirán al aniversario del fin de la II Guerra Mundial en Rusia el 9 de mayo. Aceptan por obvia omisión a Estados Unidos como sus verdaderos y legítimos redentores, siendo la Unión Soviética quien los liberó en medio de la Batalla de Moscú.

Vea en este corto y explicativo video realizado por la agencia de noticias Russia Today, cómo la aplanadora rusa ganó la guerra batallando en cada resquicio europeo, salvando a naciones enteras del exterminio nazi y liberando extensas proporciones del continente. El avance ruso fue fulminante y decisivo.


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