domingo, 26 de septiembre de 2010

Turismo y bien común: de la Irresponsabilidad Corporativa a la Responsabilidad Comunitaria

Por Joan Buades - ALBA SUD

A pesar de que Milton Friedman, el gurú del neoliberalismo por antonomasia, proclamara que la única responsabilidad de las empresas consiste en ofrecer cada vez mejores resultados a sus accionistas, las compañías transnacionales (ETN) llevan años presumiendo de su “Responsabilidad Social Corporativa” (RSC). Se llamen BP, Banco de Santander, Endesa o Sol Meliá los agentes privilegiados del poder neoliberal hacen gala de compromisos crecientes en materia ambiental, social o solidario.

Las ETN turísticas, empezando por las catalanas y españolas, juegan un papel muy relevante en la economía global y sobresalen en esta misión. Cada vez más, compañías como Barceló, NH o Fiesta, crean fundaciones, esponsorizan proyectos “en positivo” y, sobretodo, ganan premios y medallas de excelencia ambiental y social otorgadas por un sinfín de plataformas privadas controladas por la red de poder neoliberal. Sol Meliá, por ejemplo, ha sido nombrada “compañía hotelera de la biosfera” y Fiesta Hotels Group acaba de recibir el “Nivel de Oro” (sic) por su contribución al desarrollo sostenible en la Riviera Maya mexicana.

La pasión de las ETN por la RSC ya ha generado un “boom” de expertos y consultoras aunque, desgraciadamente, no se ha traducido en mejoras relevantes en escenarios fundamentales donde nos jugamos el bienestar, la calidad democrática e incluso el sostenimiento de los bienes naturales comunes como el clima. 

Examinando las ETN turísticas catalanas y españolas podemos darnos cuenta de sus evidentes zonas erróneas clave. Por un lado, son indiferentes a su impacto ambiental masivo, en forma, por ejemplo, de incentivo mayor al crecimiento del transporte aéreo sucio en tiempos de ruleta rusa climática. O a la destrucción sostenida de biodiversidad en las áreas tropicales y litorales. Por no hablar de su cleptomanía de los preciosos acuíferos en comunidades con riesgo de escasez. 

Aparte de acaparar trofeos sostenibles, las ETN vacacionales son campeonas en ahuyentar sindicatos, apropiarse de los derechos de las comunidades donde se implantan y aculturizar a los pueblos supuestamente beneficiados por su éxito empresarial. Por si fuera poco, tan impolutos gestores del desarrollo neoliberal tienen a bien evitar dar su justa aportación a las haciendas públicas locales gracias a su recurso al turismo de capitales vía paraísos fiscales. 

Mientras tanto, los exangües presupuestos públicos suelen desviarse mayormente de las inversiones comunitarias y ambientales hacia las macro infraestructuras de crecimiento turístico (desde aeropuertos y autopistas a centrales eléctricas sucias) porque, gobierno que se niega, se arriesga a ser boicoteado por el cártel de las ETN del sector. Por ello, la democracia, económica y política, local y global, es uno de los grandes enemigos de las transnacionales turísticas.

Como el tiempo apremia y cada vez hay más sensibilidad planetaria sobre los costos ocultos del turismo, es hora de plantear alternativas que faciliten que las ETN vacacionales empiecen a hacer reales sus supuestos compromisos de responsabilidad global. En cualquier caso, las fortalezas de estas nuevas líneas de trabajo deberían tener como objetivo el empoderamiento de las comunidades, en el Sur y en el Norte, para que el turismo de un giro hacia la prosperidad real de las sociedades afectadas y el sostenimiento físico de bienes ambientales clave como el clima respirable o la biodiversidad.

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