martes, 21 de mayo de 2013

Guatemala: Magistrados revierten sentencia contra dictador Ríos Montt

EfE
Por Efe | Mariano González | LINyM

En una decisión dividida, tres a dos, los magistrados del máximo tribunal de este país centroamericano resolvieron a favor de Ríos Montt un "ocurso en queja" presentado por sus abogados defensores, por medio del cual pretendía detener el proceso.

En la resolución, la CC ordenó regresar todo lo actuado dentro del juicio a partir del 19 de abril pasado, bajo el argumento de que el Tribunal Primero A de Mayor Riesgo no resolvió una recusación planteada en contra de dos miembros de esa judicatura por el abogado Francis García Gudiel, defensor de Ríos Montt.

El fallo de la CC, además de anular la sentencia condenatoria de 80 años de prisión emitida por esa judicatura en contra de Ríos Montt, también dejó sin efecto la absolución que favoreció al también general retirado José Rodríguez, antiguo jefe de Inteligencia Militar, quien deberá sentarse de nuevo en el banquillo de los acusados.

Martín Guzmán, secretario de la CC, en una rueda de prensa en la sede de ese tribunal, explicó que "todo lo actuado a partir del 19 de abril" queda anulado, incluyendo, por lo que deberá repetirse todas las diligencias realizadas dentro del juicio de ese día hasta el 10 de mayo, cuando fue emitida la sentencia condenatoria.

Guzmán explicó que quienes votaron a favor de esa decisión fueron el presidente de la CC, Héctor Pérez Aguilera, y los magistrados Alejandro Maldonado y Roberto Molina, mientras que Mauro Rodriguez Chacón y Gloria Porras, se opusieron.

Ríos Montt, de 86 años, quien gobernó de facto Guatemala, entre marzo de 1982 y agosto de 1983, y Rodríguez, quien fue jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército durante ese período, enfrentan cargos de genocidio y crímenes de guerra.

El tribunal consideró que el exjefe de Estado "no hizo nada" por detener la violenta represión desatada por el Ejército bajo su mando en contra de los indígenas de la etnia ixil, en el marco de la guerra interna que vivía el país.

En la sentencia emitida el 10 de mayo, el tribunal declaró a Ríos Montt "responsable" como "autor" de los delitos por los que fue enjuiciado, y absolvió a Rodríguez por considerar que no se demostró su responsabilidad.

No es una derrota

Por más doloroso que sea el fallo de la Corte de Constitucionalidad (CC) anulando el juicio a Ríos Montt, era de esperar. Hay que recordar que los poderes económicos y políticos guatemaltecos son profundamente conservadores y que tienen al sistema de justicia en su bolsillo.

El juicio y la sentencia provisional unificaron a todos estos sectores. Se dieron cuenta de lo peligroso que era sentar un precedente de este tipo y lograron, vía la apariencia de legalidad, revertir el proceso logrado hasta el momento.

Pero no hay que desanimarse. Entre otras cosas, ya no es posible callar la discusión sobre el tema y otros actores han sido implicados (como el mismísimo presidente Otto Pérez Molina). El país ya no es el mismo. Se ha revelado como un espacio contradictorio atravesado de luchas y proyectos distintos. Reconocer esto ya es un logro que quiebra el imaginario de una realidad “armoniosa” y es un primer paso para empezar su transformación.

Si bien es un retroceso jurídico, el proceso y la sentencia provisional que condenaron a Ríos Montt por el delito de genocidio produjeron una discusión inédita en Guatemala: una revisión amplia de la barbarie pasada que colocó en primer plano los testimonios de las víctimas ixiles y a una figura simbólica de esa barbarie en una situación defensiva y vergonzosa. ¿Quién se podía imaginar hace 10 años a la poderosa figura de Ríos Montt en el banquillo de los acusados? ¿Quién se podía imaginar que las víctimas pudieran contar con tanta resonancia su historia y hacer que el país y el mundo las escuchara?

Nada de esto era esperable en un país como Guatemala. Es más, lo lógico era que el juicio y la sentencia provisional nunca se dieran. Pero lo hicieron. Sucedieron. Están allí como signos que el proyecto hegemónico presenta fisuras y que puede cuestionarse.

Los poderes tradicionales lograron una victoria, pero no hay que desanimarse, eso la haría más profunda. Hay que seguir dando la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

Las causas de izquierda siempre son difíciles. Pero eso no significa que no deba darse la pelea. La comodidad está del lado de la derecha. A la izquierda le toca dar testimonio de su voluntad de lucha. Insistir en su razón: la razón de las víctimas, de los humillados, de los vencidos.

Contra esa razón y ese testimonio no hay sentencia legal que valga.


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