jueves, 17 de septiembre de 2015

Viaje de Papa Francisco a Cuba ya es noticia

Foto Ladyrene Pérez | Cubadebate
Por Rosa Miriam Elizalde | Cubadebate

Nos hemos levantado hoy con dos noticias de Cuba: que el Presidente Raúl Castro estará presente en el Palacio de Cristal de la ONU, cuando el Papa Francisco hable ante la Asamblea General el 25 de septiembre, y que esta noche la televisión de la Isla transmitirá un videomensaje especial de Su Santidad a los cubanos

Paloma García Ovejero, periodista vaticanista que ha cubierto todas las giras de Jorge Bergoglio –diez con la próxima a Cuba y a Estados Unidos que se inicia este sábado- apura unos trazos en su agenda: “Esto es noticia”, y lo subraya con un gesto, dando a entender lo difícil que resulta destacar un asunto por encima de otro, tratándose de un líder que todos los días acapara titulares.

De hecho, cuando ella amablemente se dispone a mostrarme la Sala Stampa –la Oficina de Prensa de la Santa Sede, a unos pasos de la Plaza San Pedro-, vemos a Francisco en la pantalla mientras emite un mensaje a los participantes de un encuentro promovido por el Pontificio Consejo “Cor Unum”, que en breve dará la vuelta al mundo:

Una de las más grandes tragedias humanitarias de las últimas décadas son las terribles consecuencias que los conflictos en Siria e Iraq tienen sobre las poblaciones civiles y el patrimonio cultural. Millones de personas son un Estado de urgente necesidad… Todo el mundo está advertido de que esta guerra cae siempre sobre los hombros de los más pobres. Necesitamos encontrar una solución, que nunca debe ser violenta, porque la violencia sólo causa más heridos.

El discurso de esta mañana sobre Siria e Iraq, dos “océanos de dolor”, ha incluido un dramático llamado: “¡No abandonen a las víctimas de esta crisis aunque la atención del mundo sobre ella disminuya!” El Papa habla en italiano, pero esta frase resuena perfectamente compresible para un hispanoparlante y no solo porque las palabras son casi idénticas en ambos idiomas. Escuchándolo uno tiene la tentación de admitir que el Papa Francisco es el ejemplo del líder que consigue un respaldo universal mediante un mensaje tan cargado de verdad que es incontestable, como si el viejo sueño de Descartes, “la verdad como evidencia”, se hubiera cumplido.

Paloma y yo posponemos brevemente la gira de iniciación por la Sala Stampa –en unas horas salimos en el vuelo de Alitalia que lleva a Francisco a Cuba, y es mi primera experiencia en estas lides. Nos quedamos de pie, a un costado de la mesa principal donde se arremolinan los periodistas, rodeados de pantallas de televisión, escuchando al Papa. Una pregunta flota en el ambiente: ¿Cómo es posible contemplar la injusticia, la miseria, el dolor sin sentir la obligación moral de transformar eso que estamos contemplando? Hemos oído otras veces decir que las guerras van sobre los hombros de los pobres y los desvalidos, pero Bergoglio parece estar mirando cara a cara el desorden del mundo en busca de sus causas. Trae consigo la cruz de un sacerdote iraquí degollado. Es difícil no emocionarse.

Si este hombre parece no tener límites para la sorpresa, nos preguntamos qué nos espera en Cuba y Estados Unidos, viaje que el Sumo Pontífice concibe como si fuera uno solo y que el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, describió en conferencia de prensa en esta misma sala como “largo, complejo, extremamente bello”. No serán pocos los momentos particulares en Cuba y Estados Unidos, pronostica el periodista del Vatican Insider, Francesco Peloso, y asegura que se harán sentir las presiones de la Santa Sede para acabar con el bloqueo.

“El viaje del Papa a los Estados Unidos será la ocasión para afrontar el problema. El 23 de septiembre, cuando Bergoglio visite la Casa Blanca, se llevará a cabo también una entrevista importante entre el Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el Secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin. Entre otras cosas, hay que recordar que también viajará en el séquito papal el ‘ministro’ del Exterior vaticano, monseñor John Gallagher, por lo que la diplomacia vaticana estará representada por completo. Francisco hablará también en el Congreso el 24 de septiembre, y podrá encontrarse con el ‘speaker’ republicano de la asamblea John Boehner”, comenta Peloso, reconocido como una de las fuentes mejor informadas de la prensa vaticana.

Su periódico, por cierto, tiene hoy también otra primicia que atañe a Cuba, especialmente a Raúl, que llega en la voz autorizada de Adolfo Pérez Esquivel. El argentino y Premio Nobel de la Paz contó una conversación con Francisco, tras el encuentro que sostuvieran en el Vaticano el Pontífice y el Presidente cubano, en mayo pasado.

“Yo estaba en Santa Marta (la residencia donde vive el Papa) con Francisco el 11 de mayo, al día siguiente de su reunión con Raúl Castro…”, cuenta Pérez Esquivel en entrevista con el Vatican Insider. “Le puedo decir que (el Papa) había quedado muy impresionado por Raúl Castro; me lo describió como un hombre muy pragmático y muy claro en sus decisiones, en su visión de las cosas, en su línea de acción reformadora”, añade.

Salimos de la Sala Stampa al bullicio de la Vía de la Conciliación, una preciosa avenida que muere a los pies de la Plaza San Pedro, donde hay colas casi eternas para penetrar al interior de la célebre Basílica. Después de recoger un dossier preparado por Radio Vaticana sobre este décimo viaje apostólico del Papa, nos aventuramos a entrar en la ciudad intramuros. Paloma, que parece conocer todo de este singular Estado, convence a la guardia suiza que custodia una de las entradas para que nos deje pasar. El pretexto es que vamos a la farmacia, y aquí otra vez vuelve a aparecer la “leyenda Francisco”.

Antes de Bergoglio, salvo para el millar de habitantes del Vaticano, era imposible acceder a la única farmacia de esta ciudad, mejor surtida y a precios más baratos que otras dependencia de su tipo en Roma. El nuevo Papa terminó con la prohibición –“no se le puede negar alivio a ningún enfermo”-, gracias a lo cual me veo avanzando por las callejuelas medievales de un país de medio kilómetro cuadrado, con muros sobre los que pesan más de 2 000 años de historia y cajeros automáticos con los que se puede dialogar en latín para hacer las transacciones.

El Vaticano parece en realidad otro planeta, si se le compara con la compacta muchedumbre que va y viene por la Plaza San Pedro, a escasos metros. Pasan tres o cuatro transeúntes, casi todos de cerrado hábito, y algunos carros bastante modestos, comparados con los que acabo de ver en las calles de Roma. “Otro acto de Francisco”, dice Paloma cuando ya vamos de salida. “Es que no le gusta el lujo”, y me hace recordar a otro líder más cercano en mis afectos, a quien le escuché una vez: “El lujo siempre es un insulto al pobre”.


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